El caso es que una de mis diversiones favoritas era explorar la casa. Como mis padres tenían un afán acumulativo considerable, había allí suficiente material como para mantenerme ocupada. Mi vida cambió cuando me encontré al gran amor de mi infancia: ¡un meccano!
Para quien no lo conozca, le contaré que un meccano era un juego de ingeniería para niños, compuesto por muchas piezas metálicas que se podían unir con escuadras, tornillos y tuercas para formar estructuras diversas, según la imaginación de la criatura.
Yo me volvía loca jugando con esas piezas y formando estructuras que no tenían ningún sentido mas que en mi imaginación. Usaba un destronillador de la caja de herramientas de mi padre y me quedaban las manos oliendo a fierro viejo... una delicia, vamos.
Después me divertía mucho ordenándolo todo y dejándolo en su caja... no creo haber tenido tanto cuidado con ningún otro juguete.
La tragedia vino cuando mi primo Carlos reclamó la propiedad sobre el Meccano y mis padres se lo dieron... me pasé el resto de la infancia pidiéndoles que me regalaran uno. Cada navidad iba corriendo a ver lo que me había traído Santa Claus (que yo era cliente suya) y ¡Sorpresa!, Santa no sabía leer... me regalaba muñecas año tras año... Ahora la que sabe hablar, ahora la que sabe caminar, ahora la que le crece el pelo...
Claro, yo con la experiencia que había adquirido con el meccano, me aburría con las muñecas por habilidosas que fueran, por eso las hacía pasar por el destornillador para ver cómo funcionaban... Mis padres tuvieron mucha paciencia, nunca me recriminaron que tuviera yo tanto afán de investigación. Tampoco se explicaron nunca porqué no me gustaba lo mismo que a las otras niñas. Yo creo que las otras no habían tenido la oportunidad de probar un juguete realmente divertido y que estimulara su imaginación.
Nota al margen: ¿Recuerdan la plancha del inicio del relato? Pues nada, que su diseño era tan realista y yo tan curiosa que un día fui y la enchufé a la corriente... y todavía me duele la mano cuando lo recuerdo porque me dio tal calambre que ¡salí disparada! Tuve suerte doble, porque no me electrocuté y porque mamá nunca lo supo...
Claro, yo con la experiencia que había adquirido con el meccano, me aburría con las muñecas por habilidosas que fueran, por eso las hacía pasar por el destornillador para ver cómo funcionaban... Mis padres tuvieron mucha paciencia, nunca me recriminaron que tuviera yo tanto afán de investigación. Tampoco se explicaron nunca porqué no me gustaba lo mismo que a las otras niñas. Yo creo que las otras no habían tenido la oportunidad de probar un juguete realmente divertido y que estimulara su imaginación.
Nota al margen: ¿Recuerdan la plancha del inicio del relato? Pues nada, que su diseño era tan realista y yo tan curiosa que un día fui y la enchufé a la corriente... y todavía me duele la mano cuando lo recuerdo porque me dio tal calambre que ¡salí disparada! Tuve suerte doble, porque no me electrocuté y porque mamá nunca lo supo...
8 comparten mis recuerdos:
Mii niiñaa!
La verdad es que yo no recuerdo haber tenido juguetes... Y precisamente porque no los tuve, terminé jugando con los de mi hija... así que de algún modo compensé la ausencia de los míos. Por suerte, mi hija y yo, compartimos los mismos gustos y me lo pasaba genial, tanto que si ella prefería hacer otra cosa, seguía jugando yo sola...
Qué gusto leerte!
Un beso.
Cuanto más sofisticados y realistas son los juguetes más aburridos resultan (y hasta peligrosos como tu plancha jajajajaja). No tuve un meccano, pero tenía campo, piedras, hojas, insectos... y hasta una navaja. La de cosas que se pueden construir con un meccano tan grande :)
Muy bonito, como siempre.
Glora: Gracias mil por tu comentario, me encanta que me digan lo que les despirtan mis recuerdos...
Candela: No te imaginas, era mi fascinacion... aunque la navaja no debe haber estado mal, eh? ya publicare algo acerca de lo que hacia con madera, clavos, sierra, martillo y lijas...
Ahora soy consciente de la suerte que tuve teniendo hermanos, todos jugabamos con todo y nadie se metia si algo era de chico o de chicas.(aunque yo cogia los airgambois y madelmans para jugar a las casitas y los juegos de construcciones para hacerles muebles)
Aunque jugando a polis a las chicas nos pasaba como a tí, hasta que llegaron los ángeles de Charlie, ellos sólo eran Charlie o Bosley y nosotras las protas.¡viva el cambio!
Me encantan los blogs de recuerdos, avivan los mios y viajo en el tiempo.
besos
precioso post... yo también disfrutaba con los juegos de construcción... me ha recordado el exin castillos!! jajaja
Espero que tu ciudad natal te haya recibido como te mereces y que tú y tu güera esteis bien a pesar de la distancia (física).
Abracitos intensos
También tuve un mecano y "mecané en todo" cuando mis hermanos lo perdieron pieza a pieza.
Impecable trabajo! Con una calidad admirable. Promueves recuerdos. Bravísimooooo ! Eres puro talento! me encantó visitarte y volveré seguido. Felicitaciones! Un abrazo.
Y yo que pensaba que eso de no dejarnos ser nada más que cantineras, enfermeras, y tal, y pascual, sólo era de aquí, y, mira por dónde, me entero de que es costumbre universal entre los muchachos.
Y digo yo, Penita, ¿llegaste a comprarte un mecano, de mayor, o te has quedado con las ganas?Pues, si no lo has hecho, regálatelo a la primera oportunidad que tengas. No veas el gustazo que da.
Publicar un comentario
comparten mis recuerdos...