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¡Toy liendo!


Crecer en una casa llena de adultos que te quieren significa entre otras cosas, que cada uno tiene su manera de entretenerte cuando le toca. A mi hermano le gustaba jugar conmigo usando unos cubos de madera que tenían letras:




Formaba palabras con ellas y me decía por ejemplo: "ahí dice mamá, ¿qué dice?" Yo le contestaba que no sabía, más que nada porque no entendía muy bien la lógica de aquello. Entonces me contestaba algo así como: "mira burra, esta es la M, esta es la A..." y así se estaba un rato hasta que se aburría y se iba.


Por otra parte mi hermana se pasaba buena parte de su tiempo en casa estudiando, con lo que yo la veía leer mucho tiempo... El rato que mamá no estaba cocinando, lavando y planchando ropa, trabajando y/o revisando tareas de la escuela, se lo pasaba leyendo. Era su pasión hasta prácticamente el último día. Finalmente mi papá que era el que más tiempo me dedicaba cuando estaba conmigo muchas veces me leía cuentos. Recuerdo que cuando ya me había leído alguno más de una vez comenzaba a saltarse páginas y a inventarse las historias. Posiblemente pensaría que yo no me acordaría de lo que decía de una vez para otra pero el caso es que yo me daba cuenta y me enojaba mucho que me tratara de engañar. Una vez le reclamé: "¡Oye, que te saltaste hojas!"


Recuerdo su cara tratando de contener la risa al verse descubierto: "No m'ijita, ¿cómo crees? Yo no me he saltado páginas..." Discutimos un poco pero no conseguí que me leyera lo que se había saltado... Pensé entonces que la única manera de que no me siguieran viendo la cara de tonta era que yo misma me leyera las cosas. Tenía tres añitos.


No guardo memoria de cómo aprendí exactamente. No creo que las lecciones de mi hermano hayan sido todo lo que me ayudó, tengo el vago recuerdo de mi mamá mostrándome un silabario que tenía el dibujo de un hombre con una barriga enorme que junto con sus piernas formaba la P... el caso es que aprendí y comencé a leerme mis propios cuentos.


Mis papás no se dieron cuenta hasta que comenzaron a tener problemas para llevarme de paseo. Como yo estaba tan divertida leyendo no quería salir de casa y entonces ellos recurrían a su truco favorito: tratar de engañarme. Papá iba y bajaba la palanca del contador de la luz y entonces fingían que había un apagón en casa y como ya había caído la tarde nos teníamos que ir (¿?). Les funcionó una o dos veces. A la tercera, cuando mamá me dijo desde la puerta de la habitación donde yo estaba: "ándale hija, que nos tenemos que ir porque ya se va a ir la luz"


"Pues vayan ustedes porque yo estoy liendo."


"¿Cómo que estás leyendo? si tú no sabes, estás muy chiquita."


"Si sé, estoy liendo."


Mamá por demostrarme que no sabía se acercó y me preguntó: A ver, ¿qué dice aquí?


Se lo leí... ¡la cara que puso! y acá? y acá? después de algunas comprobaciones de la maestra experta (cambio de página, cambio de texto, letra grande, letra chica), se arrancó corriendo hacia donde estaba papá y yo la oía gritar: "¡viejo*! ¡viejo! ¡la niña ya sabe leer!"


Esa tarde no se fue la luz y me tuvieron leyéndoles un buen rato.






*En México es común llamarse viejo/vieja de manera cariñosa entre los miembros de una pareja.


Papá y mamá se llamaron siempre así.


8 comparten mis recuerdos:

Candela dijo...

jajajajajaj leyendo, pero si casi no sabías hablar jajajaja ¿Cómo te las arreglarías para aprender tú sola? Te pasó como a mí, que la curiosidad por las cosas escritas te hizo aprender. Me encanta el toy liendo!

emejota dijo...

Precioso post. Lo que mas me divierte es que tus padres no se enteraran y me sorprende que cuando te diste cuenta que sabias leer no corrieras a demostrárselo. Debiste ser una niña muy madura, si ya, a pesar de lo de los hermanos mayores. Un abrazo.

Pena Mexicana dijo...

Candela: lo que pasa es que gracias a este blog me he dado cuenta que nunca me ha gustado depender de nadie y eso no ha sido aprendido, sino que redactando estos recuerdos me he dado cuenta que es un rasgo que me ha acompañado siempre. Por eso aprendí a leer, para no tener que esperar a que alguien lo hiciera por mi... luego por eso mi pobre madre se las vio negras conmigo en la adolescencia...

mjt: No sé si fui muy madura, lo que si se es que nunca me dio por presumir de mis logros. Soy cero competitiva y aunque me gusten los elogios si yo no me siento satisfecha conmigo misma lo que me digan no me hace mucho sentido. Creo que aprendí a leer para mi y nunca se me ocurrió pensar que fuera algo de lo que tuviera que avisar :)

Isabel dijo...

¡Que bonito!, es una historia muy tierna, debiste ser una cria encantadora. Un beso

Pena Mexicana dijo...

Isabel: A medida que voy recordando me convenzo de que más bien era una cría parlanchina y medio difícil de educar pero bueno, la ventaja es que me querían mucho :)

Juli Gan dijo...

Yo también me quedaba viendo leer a mi padre. También aprendí prontito. En preescolar, cada vez que la maestra me hacía ponerme a su lado para que leyera lo que ponía en la cartilla, al terminar, me daba unas gominolas y cuando venía mi madre a buscarme le decía que comprara la cartilla siguiente. Me gustaba leer, tanto que leía las letras vistas del revés del pariódico de mi padre cuando él lo hacía. Tu relato me ha traído muchos recuerdos, Pena.

Pena Mexicana dijo...

Me da gusto Juli, de hecho me he dado cuenta que los blogs hechos con recuerdos como este provocan que nos comuniqueños con la parte más entrañable de quienes nos leen y eso es un resultado inesperado y por ello mucho más agradable para mi. Se nota que te gustaba leer y que no has parado desde entonces ;)

Anónimo dijo...

Preciosa esta entrada... llena de agradables recuerdos.

Un placer leerte.
Saludos.

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